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Evidencia Extraordinaria — Capítulo 3

Evidencia Extraordinaria — Capítulo 3

Porque se puede confiar en Jesús y la Biblia

La Nueva Vida en Cristo

"Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. (Juan 14.23).

Esta lista es un resumen de los puntos claves de este capítulo. Los versículos bíblicos se incluyen para su estudio y referencia. Luego, más allá en el capítulo encontrará una discusión más amplia de cada punto de la lista.

1. Sea bautizado. Hechos 2:41; 10:47-48; 16:31-33.

2. Confiese a Cristo delante de otros. Lucas 12.8-9; Romanos 10.9-10.

3. Asiste fielmente a los cultos de su iglesia. Hebreos 10.23; 1 Juan 3.14.

4 .Lea la Biblia diariamente. Estúdiela, y aprenda de memoria versículos importantes. Josué 1.8; Salmo 1.2; 119.1; Colosenses 3.16-17; 2 Timoteo 2.15; 1 Pedro 2.2. Sería bueno que lea primero el libro de Juan, después a 1 de Juan, luego al Nuevo Testamento completo y por último el Antiguo Testamento.

5. Ore diariamente... a hora fija y a cualquier hora. Jeremías 33.3; Mateo 18.19; 21.22; Romanos 8.32; 1 Tesalonicenses 5.17; 1 Juan 5.14-15.

6. Confiese su pecado al instante, honradamente y evítelo. Proverbios 28.13; 1 Juan 1.9.

7. Comparta el mensaje de Cristo... Testifique... Gane a los perdidos. Salmo 126.6; Proverbios 11.30; Lucas 5.10; 19.10; Juan 20.21; Hechos 1.8.

8. Deje que Jesús viva Su vida en ti. 1 Corintios 15.17; Gálatas 2.20; 5.16; Colosenses 3.1-4. Viva por fe, no por emociones.

Acerca de la decisión que ha hecho

Una decisión definitiva para Cristo es necesaria e importante. La vida o la muerte, el Cielo o el Infierno, dependen de esta decisión. Por eso es que damos importancia a la necesidad de cristalizar su fe en un acto concreto de aceptar a Cristo. La Biblia nos exhorta a llamar, a recibir, a nacer de nuevo, a abrir la puerta.

Pablo dijo que Agripa creyó a los profetas pero que no era cristiano; no recibió personalmente al Cristo resucitado. Dios dice que los demonios creen y tiemblan pero que están condenado al infierno por la eternidad. Luego es obvio que hay la posibilidad de creer sin fe en Cristo, de creer sin recibirlo como Salvador y Señor, incondicionalmente.

Un joven puede amar a una señorita y ella puede corresponder a ese amor; sin embargo se mantienen separados en profunda frustración y tristeza hasta la muerte. No pertenecen el uno al otro hasta que en el acto sencillo de matrimonio cada uno consiente en recibir al otro y dejar toda tercera persona. Así es con Cristo. Una persona puede profesar creer en Él, amarlo, y sin embargo nunca haberlo recibido. Invóquelo, abra la puerta de su corazón a Él para la salvación. La fe que salva requiere el acto de llamar a Cristo y recibirlo y así nacer en la familia de Dios. Entonces somos nuevas criaturas con nuevos deseos, nuevo poder y nueva vida (2 Corintios 5.17)

Aunque nos convencemos que le amamos y creemos en Él, tenemos que llegar a un punto decisivo en que le llamamos, le recibimos, abrimos la puerta para Él, le invitamos a entrar en un acto de fe como dice la Biblia. "...todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo." (Romanos 10.13). ¿Ya ha decidido invocar Su nombre?

Si ya pidió a Jesús con fe que le salve, ¡bienvenido a la familia de Dios! ¡Felicitaciones! ¡Ha llegado a ser un hijo de Dios! ¡Ha nacido de nuevo, nacido de arriba, nacido del Espíritu de Dios entrando en la familia eterna de Dios! Usted es una nueva creación en Cristo. Sus pecados han sido lavados en Su sangre derramada. ¡Usted tiene un futuro nuevo, una familia nueva y un Padre nuevo! Acabamos de mostrarle de la Palabra de Dios como ser salvo y saberlo con seguridad de Romanos 10.13. Compruebe también Juan 3.36 y 1 Juan 5.13 (sería bueno aprender estos versículos de memoria). Puede regocijarse con todo el corazón que Jesús es suyo y usted es de Él para siempre, que el Cielo y no el Infierno es su hogar eterno, y que Él estará con usted en una manera nueva y vital ahora y para siempre. ¡La salvación es instantánea, los resultados duran para siempre! Dios dice que usted ya es"una nueva criatura en Cristo," (2 Corintios 5.17). ¡Qué maravilloso! ¡Qué emocionante!

Ahora déjeme compartir con usted como empezar y continuar su nueva vida de amor, obediencia y crecimiento en Cristo. Como un verdadero hijo de Dios, sé que usted estará listo a obedecer al Señor Jesucristo, tal como indica la Palabra de Dios en Juan 14.23. "Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él."

1. Ser bautizado

Las aguas del bautismo no pueden lavar el pecado. La sangre derramada del Señor Jesucristo lavó su pecado en el momento que puso su confianza en Él. Pero Dios manda que nos bauticemos después de convertirnos. Unos 3,000 convertidos fueron bautizados en el día de su conversión (Hechos 2.41). El carcelero de Filipos fue bautizado en la mismo noche en que creyó y fue salvo (Hechos 16.31-33). Así que, nosotros debemos ser bautizados tan pronto como sea posible después de ser salvos. El bautismo es cuadro exterior de una limpieza interior. Por esto, la persona que acepta a Cristo debe ser bautizado después de su conversión. Antes de la conversión sería solamente sumersión en el agua sin significado simbólico ni espiritual. El bautismo testifica delante de otros de lo que Cristo ha hecho dentro del creyente. Aun más importante, bíblicamente, describe nuestra muerte con Jesús a la vida antigua, nos identifica con Su muerte para nosotros, y Su sepultura al bajar a las aguas del bautismo, y con Su vida resucitada al salir del agua de bautismo como Él se levantó de la tumba. Estamos así públicamente declarando nuestra identificación con el Señor Jesucristo, nuestra muerte a la vida antigua, y nuestra nueva vida en Él. El orden está clara en Hechos 10.47: primero la salvación, después el bautismo (Romanos 6.1-4).

El bautismo completa el cuadro de la muerte, sepultura y resurrección que la Biblia presenta como un cuadro de nuestra identificación con Cristo.

Explicado de otra manera, cuando nosotros hemos aceptado la salvación que Cristo ofrece, Dios considera que hemos muerto con Cristo en Su muerte, fuimos sepultados con Él, y nos levantamos con Él a una vida nueva. ¡Este es el cuadro del bautismo! ¡Hermoso! Sea bautizado, no para salvarse, sino porque ya es salvo y ahora desea amarle y obedecer a Cristo en todo.

2. Confesar a Cristo delante de los hombres.

"Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios." (Lucas 12.8,9).

La confesión de fe en Cristo abierta y públicamente es la evidencia bíblica y la confirmación de la salvación. Es por eso que muchas de nuestras iglesias dan una invitación pública para que delante de una congregación amante, amigable que está orando para que Dios obre este milagro, el nuevo creyente pueda identificarse con Cristo. Dios nos mandó confesar a Cristo delante de los hombres. Si los primeros discípulos en Jerusalén hubieran declarado que la salvación era una cosa privada únicamente entre ellos y Dios, y hubieran rehusado confesar su relación con Dios delante de otros personas (algunas de ellas hostiles), el evangelio nunca habría salido de Jerusalén. Así que, confiese a Cristo delante de otros en la iglesia como un buen principio para después testificar a donde Dios le guíe. Esto fortalecerá a su fe tremendamente.

3. Asistir a la iglesia con fidelidad.

"No dejando de reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más cuanto veis que aquel día se acerca." (Hebreos 10.25).

Aquí Dios está diciendo que no debemos de dejar de asistir a la iglesia. En el Nuevo Testamento no encontramos nada que autoriza al cristiano a vivir en aislamiento de la iglesia local. Al aceptar a Cristo como nuestro Salvador inmediatamente llegamos a ser parte del cuerpo de Cristo. Asistimos a la iglesia para dar y recibir. Dios nos dio hombres piadosos con dones especiales para servir a la iglesia, pastores para velar por nosotros y alimentarnos espiritualmente y también diáconos. Él creó la iglesia cuidadosamente y dio ordenanzas especiales a la iglesia – el bautismo y la cena del Señor. Él ni pensaría en dejar Su iglesia para reunirse con algún creyente desobediente que ha abandonado a la iglesia. Con toda franqueza, despreciar la iglesia local es despreciar al Señor de la iglesia local, si uno se da cuenta o no. La Biblia dice que Cristo es la cabeza de la iglesia, y que la iglesia es Su cuerpo. Tal como sería ridículo casarse con la cabeza de una persona y no tener nada que ver con su cuerpo así sería ridículo unirse a Cristo por medio de la conversión y no tener nada que ver con Su cuerpo, la iglesia. Es verdad que a veces hay hipócritas en la iglesia, pero eso demuestra que la Biblia dice la verdad porque Cristo predijo esto en Su parábola del trigo y la cizaña. Él arreglará tales situaciones en Su tiempo.

¡Lo maravilloso es que usted ya es parte de la familia de Dios, compuesta de hermanos y hermanas con quienes va a pasar la eternidad! ¡Es ocasión para compartir sus bendiciones y sus cargas, siendo disciplinado para ser más y más semejante a Jesucristo, para Su gloria!

De manera que, ¡asista fielmente a su iglesia! Su unión con los hermanos en la fe es una demostración que usted es salvo. "Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos." (1 Juan 3.14). Si amamos a Jesús y a nuestros hermanos estaremos encantados de estar con ellos en los cultos de la iglesia.

Pero, asegura que la iglesia a que decide asistir acepta la Biblia, y únicamente la Biblia, como la Palabra inspirada, infalible de Dios, cuyo mensaje es que la sangre de Jesucristo nos limpia de pecado y que la salvación es únicamente por fe en Él.

4. Leer la Biblia diariamente

"Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación." (1 Pedro 2.2)

Como el alimento nos nutre físicamente, así la Palabra de Dios es nuestro alimento espiritual. Pida a Dios ayudarles a comprender cada vez que la lea, y lo hará. Comienza con el evangelio de Juan, seguido por 1 Juan, luego lea todo el Nuevo Testamento y después el Antiguo Testamento. La Palabra de Dios nos da crecimiento, fuerza y ayuda para evitar el pecado. (Salmo 119.11), ilumina nuestro camino con Dios, trae paz, conocimiento y sabiduría, aumenta nuestro gozo, y disminuye el peligro de tropezar en nuestro comportamiento diario. (Josué 1.8; Salmo 1.2; Colosenses 3.16.17). Si fuera posible, es mejor leer la Biblia y orar temprano por la mañana antes de enfrentarse con el día, tal como es mejor afinar los instrumentos antes de tocarlos en la orquesta. También es bueno leerla a otras horas, es decir, no tenemos por qué limitarnos en su lectura. Alguien ha dicho: "Este Libro le alejará del pecado, o el pecado le alejará de este Libro." ¡Aprenda de memoria los versículos importantes! (2 Timoteo 2.15).

5. Orar diariamente... ¡y con frecuencia!

"Orad sin cesar" (1 Tesalonicenses 5.17)

Usted ya tiene una línea directa al Cielo por medio del Señor Jesucristo. Dios promete contestar la oración (Jeremías 33.3; Mateo 18.19; 21.22; 1 Juan 5.14-15). Cuando lee la Biblia Dios le habla, cuando ora usted habla con Dios. Alabe a Dios, adórelo, agradézcalo, y pídale que vele por sus necesidades diariamente. ¡Con fe! Es muy importante que diga al Señor Jesucristo todos los días, preferiblemente en voz alta, que le ama y que está agradecido por Su muerte en la cruz para usted y por darle la vida eterna. Le asombrará como esta costumbre le hará sentir amado, protegido y en comunión constante con el Señor. Con nuestra mano en la mano de Él será posible tener victoria en cualquier prueba.

El conjunto de la oración y el estudio bíblico forman la esencia de nuestra comunicación con Jesús. Expresemos nuestro amor a Dios por medio del tiempo que le dediquemos en oración y estudio de la Biblia. Los que dicen que no tienen tiempo para orar y estudiar la Biblia están diciendo que no tienen tiempo para el Señor. ¿Serán creyentes verdaderos? Una persona que dice que no tiene tiempo para el estudio de la Biblia, y la oración sería como un pájaro que declara que no tiene tiempo para volar o un pez que reclama que no tiene tiempo para nadar. El pájaro fue creado para volar y el pez fue creado para nadar. Y el creyente recibió la nueva vida para amar a Dios, llegar a conocerle bien y servirle. El descuido de las prácticas básicas de la vida cristiana llevará a la flaqueza espiritual, derrotas y tristeza en vez de triunfos y gozo. Por medio de la oración y el estudio bíblico Dios nos transmite su amor y poder y nosotros crecemos y maduramos como cristianos establecidos en la doctrina, práctica y semejanza de Cristo. ¡El fruto del Espíritu – amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza – fluirá hacia nosotros desde la Gloria y atraerá a otros hacia Él! (Gálatas 5.22,23). Además, ¡qué maravilloso es ver al Dios del universo contestar nuestras oraciones!

Probablemente es verdad que ningún cristiano es más fuerte, mejor o más grande que su vida de oración. Dudo que algo realmente importante se ha logrado sin oración. Aun las oraciones balbucientes de un nuevo creyente son preciosas a Dios (como el primer llanto del bebé es precioso para su madre). Si no lo ha hecho todavía, inicie ahora la costumbre de orar y leer la Biblia. Tal vez el premio mayor que recibe el creyente al enfocarse en Cristo por medio de la oración y el estudio bíblico es ser transformado a Su imagen (2 Corintios 3.18). Una planta débil contempla el sol y es transformada por fotosíntesis, así que vamos a contemplar a Jesús en oración y el estudio de la Biblia y seremos transformados a Su semejanza por ‘Cristosíntesis’. ¡Cristo mora en usted y intercede por usted! Ore en confianza y sinceridad en Su nombre.

6. Confesar el pecado al instante, honradamente, y evitarlo.

"El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia." (Proverbios 28.13)

Los cristianos pueden pecar. Aunque tenemos una naturaleza nueva, todavía tenemos la antigua naturaleza pecaminosa, pero Dios ha hecho provisión para este problema en Cristo. "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1 Juan 1.9) La confesión instantánea del pensamiento, antes de cometer el pecado, evita mucha tristeza y angustia. Sea el mero pensamiento, o sea el hecho cometido, nuestro pecado debe ser confesado delante de Dios para recibir el perdón inmediato y evitar la interrupción de la comunión. Dios nos dará la fuerza para alejarse de lo que causó nuestro tropiezo. Recuerde, un creyente puede pecar, pero un verdadero creyente no puede vivir en pecado. Veamos por qué.

Primero, cuando vinimos a Cristo nos arrepentimos de nuestros pecados pasados (cambiamos nuestra actitud hacia el pecado, el ‘yo’ y el Salvador) haciendo que el ego y el pecado no sean más los señores de nuestra vida. "Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, será salvo." (Romanos 10.9).

En segundo lugar, aunque alguna vez el pecado nos toma de sorpresa, 1 Juan 3.9 nos dice: "Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado,..." Para aclarar el concepto, un cerdo y una oveja podrían ser lavado, perfumado, adornado, acariciado y mantenido dentro de la casa. Pero si alguien deje abierto la puerta, el cerdo saldría a buscar un charco para revolcarse feliz en ello. Así es la naturaleza del cerdo. Una oveja podría caer en el charco (he visto algunas ovejas bastante sucias) pero saldría saltando. No es la naturaleza de una oveja revolcarse feliz en un charco. Así es con el cristiano verdadero. Nunca más puede revolcarse feliz en el pecado, huirá de la tentación y evitará el pecado, aunque todavía puede caer en el pecado.

En tercer lugar, nos dice: "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él." (1 Juan 2.15). Jesús nos libró del pecado y del mundo. La Biblia dice que hemos pasado de la muerte a la vida. El pecado y el mundo son parte de la muerte. Sin embargo, cuando pequemos, la solución es la confesión inmediata que será seguida por el perdón también inmediato. No se puede perder la condición de ser hijos de Dios. Empero, sí, se puede perder la comunión con Dios. El pecado interrumpe la comunión entre nosotros y Dios. La confesión inmediata de nuestro pecado restaura nuestra comunión con Dios. (1 Corintios 10.13).

7. Compartir el mensaje de Cristo... Testificar... ganar a los perdidos.

"Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra." (Hechos 1.8)

Mateo 4.19 nos dice: "Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres." (Hay una inconsistencia fundamental en llamarse seguidor de Cristo y no compartir su fe con los demás.) Hemos sido salvados para ser conformado a la imagen de Cristo, para traer gloria a Él.

Para traer gloria a Él debemos de ganar a otros para Él.

El propósito: "...desde ahora serás pescador de hombres." (Lucas 5.10b). No solamente debe ir a la pesca, sino lograr pescar, lograr convencer a los hombres de su necesidad de aceptar a Cristo.

La promesa: "Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas." (Salmo 126.6). "El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana almas es sabio." (Proverbios 11.30; también Daniel 12.3; Ezequiel 33.8).

La prioridad: "...El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido." (Lucas 19.10). ¡El propósito y la prioridad de Cristo llegan a ser nuestro propósito y nuestra prioridad! "Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. (Juan 20.21). Al experimentar este propósito y prioridad el apóstol Pablo exclamó: "Desearía yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne." (Romanos 9.3). Tengamos nosotros, por su amorosa gracia, una pasión para las almas semejante a la pasión de Pablo.

Ganar a otros para Cristo es la mejor obra que podemos hacer y esto hace regocijar a los ángeles en el Cielo (Lucas 15.9-10). Además del gozo en el Cielo, habrá gozo en el corazón de la persona recién convertido, en nuestro corazón y en la iglesia.

El mandato de Dios y el amor de Cristo nos obliga a testificar y a ganar almas para nuestro Salvador. Además, cuántos más cristianos hay, cuántos más se conviertan en Su imagen, mayor gloria habrá para Cristo. Otros motivos para anunciar el evangelio incluyen el gozo de compartir las buenas nuevas, de ver vidas quebrantados sanadas y convertidas en vida abundante aquí y ahora en esta vida, el deseo de compartir el Cielo con tantos como sea posible, el crecimiento y el gozo de testificar y compartir nuestras bendiciones, la demostración del poder y compasión de Cristo, y sobre todo ¡el rescate de almas preciosas del Lago de Fuego! Verdaderamente, si la salvación es lo más importante que nos ha ocurrido y amamos "a nuestro prójimo como a nosotros mismos", según el mandato de Dios, entonces el amor nos lleva a compartir Cristo con ellos para librarles del pecado y el Infierno. El privilegio y el propósito más maravilloso concedido a los hombres es el de compartir a Cristo, de ganar a los perdidos para que glorifiquen a Él para siempre.

Comienza compartiendo lo que Cristo ha hecho para usted y testifique de lo que Cristo puede hacer para ellos. Comparte los versículos bíblicos en que usted basa su salvación y su seguridad en Cristo. ¡Cuánto más ame a Cristo, aprenda Su Palabra, y comparta Su mensaje con otros, más eficaz será su testimonio!

8. Dejar que Jesús viva Su vida por medio de ti.

"Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo." (1 Corintios 15.57).

No podemos vivir la vida cristiana en nuestra propia fuerza. Cristo dijo claramente: "Sin mí nada podéis hacer." Empero, podemos vivir en Su poder. Mucha de la tensión de la vida cristiana desaparece cuando dejemos que Jesús vive Su vida a través de nosotros, llenándonos y dirigiéndonos por medio del Espíritu Santo (Efesios 5.18). Así que podemos considerarnos "... muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro." (Romanos 6.11). Y nos insta a "Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne." (Gálatas 5.16). No tenemos que vivir según nuestras emociones sino por fe. Andando con nuestra confianza en la Palabra de Dios, con o sin emociones, encontraremos que Su Palabra es verdad, Su presencia es real, y las emociones seguirán como el fruto de la vida cristiana. Ahora que usted pertenece a Él, comprado por Su sangre, deseará darle alegremente y de buena voluntad su tiempo, talentos y tesoros. El amor es el factor principal en la vida cristiana, no el legalismo. Reglas pueden llevarnos a la esclavitud, a una obediencia mecánica, por temor o por fuerza, que resultará en resistencia y el descontentamiento.

Así que, una recién casada podría obedecer una lista de reglas puestas diariamente a la vista por su esposo. Sin embargo, el amor, como motivo más alto, le haría a ella buscar maneras de agradar a su esposo, con o sin reglas. Cuando ella comprendiera lo que le agradaría, ella lo haría gustosamente, con tan completa libertad que le traería felicidad y paz. Es así la relación entre el cristiano y Cristo. La obediencia no es legalismo. La actitud, el motivo hacia las reglas determinará si la obediencia sea legalismo o obediencia por amor. La gracia de Dios hará que amemos y obedezcamos a Jesús.

Esto es lo que la verdadera gracia de Dios produce, al experimentar su favor no merecido, y el flujo libre de Su amor maravilloso para pecadores indignos. "Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras." (Tito 2.11-14).

Amigo, cuando usted conoció a Jesús, usted conoció al Dios vivo, porque Él es Dios. Se levantó de los muertos corporalmente. Tiene vida, y es Dios (Juan 20.28; 1 Timoteo 3.16). Ahora, Él es su vida (Colosenses 3.1-4). Él puede proveer para todas sus necesidades (Filipenses 4.13, 19; 1 Pedro 5.7; Juan 14.1-3, 27).

¡Usted puede vivir en el resplandor de Su vida para siempre (1 Juan 5.13)! ¡Ame a Jesús, ame a Su pueblo, ame a la Palabra, y ame a los perdidos por amor a Él! ¡Dios le bendiga!

Unas últimas palabras, en el amor de Cristo

Muchas personas han encontrado sus vidas gloriosamente transformadas por Cristo. Él ha provisto para sus necesidades más profundas, tranquilizado sus temores, calmado su intranquilidad, quitado su culpa, llevado sus cargas y les ha dado su paz dulce y duradera. Viven una vida plena y abundante, gozan de Su amor, disfrutan de la vida cristiana, y aman a otros cristianos. Jesús es el todo en todo para ellos. La vida de Él es ahora la vida ellos y están contentísimos.

Desafortunadamente, muchos otros, aunque dicen las mismas cosas de Jesús, y dicen conocerlo y amarlo, pasan gran parte del tiempo revolcándose en derrota y desánimo. Están intranquilos, incumplidos, trabados por problemas, malos hábitos, el pecado y la compasión de sí mismos. Apenas sostienen lo mínimo de la vida cristiana, no traen gloria a Cristo, no crecen, no maduran, no son fieles al Señor, ni llevan a otros a Cristo, ni proveen apoyo para su congregación local.

Algunos, por supuesto, nunca han sido salvos, aunque hicieron profesión de fe. Sin embargo, muchos otros son como una persona que va al doctor, consigue una receta médica con ocho ingredientes, pero tacha uno o varios de los ingredientes antes de entregarla al farmacéutico para que lo despache. Luego, viendo que los resultados son menos de los que deseaba o aun desastrosos, culpa al doctor o al farmacéutico diciendo que la medicina no surte efecto. Hasta se puede perder la fe en el médico o decir que es un farsante. Trágicamente, algunos hacen así en la vida cristiana. Tenemos que seguir la prescripción del Gran Médico para disfrutar y madurar con éxito en la vida cristiana. Amar – el amor es lo más básico – amor a Jesús. Pero no debemos tomar a lo ligero lo que dice 2 Juan 6: "Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos."

Usted puede encontrar ayuda en los siguientes principios bíblicos:

1. La victoria es básicamente un regalo, tal como era la salvación (2 Corintios 15.57).

2. Sepa que usted está muerto al pecado (Romanos 6.11). El pecado no está muerto, pero usted está vivo para Dios. (Efesios 2.1).

3. Usted debe rendirse a Jesús como uno que tiene vida después de la muerte. (Romanos 12.1-2).

4. Debe usted creer, aceptar, tomar por cierto, confiar en, reclamar y vivir de acuerdo con estos hechos por fe no por emociones.

5. Todo esto es se realiza por su identificación con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

6. Acepte obedecer a Jesús y ser lleno de Su Espíritu Santo, por fe. (Gálatas 5.16; 2.20).

Tenemos que ejercitar el poder del Espíritu Santo en nuestra vida por fe. Él provee el poder, nosotros lo recibimos por fe. Como Charles Ryrie ha dicho, "Dios no deja de obrar porque yo obro; tampoco Su obra es siempre separada de nuestra obra."

Tal vez el secreto mayor de la nueva vida sea realmente creer y reclamar la verdad de Romanos 8.28, mostrando esta confianza en Cristo constantemente. ¿Cómo? Poniendo en práctica los siguientes versículos por fe, no por sentimiento – en cuanto a todas las cosas ‘buenas’ y ‘malas’:

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados." (Romanos 8.28)

"Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús." (1 Tesalonicenses 5.18).

Otra verdad tremenda que cambia nuestra vida es que Dios nos ve perfeccionados para siempre en Jesucristo. Esta es nuestra posición en Cristo. "...con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados." (Hebreos 10.14).

¡Acepte esta verdad, disfrute de ella, y su manera de vivir reflejará su posición como un hijo verdadero de Dios!

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Traducido por Grace de Polo

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